domingo, 14 de junio de 2009

De Aventura con el Tiburón Ballena!!!

MY VERY OWN BEAUTIFUL DAY


Siendo chilanga el único contacto que se tiene con el reino animal es con el perro de casa, con algunas lagartijas que se logran atravesar en el camino y uno que otro pajarito que de pronto nos alegra la mañana con su solitario trino, esto, y por supuesto el pasar largas horas frente al canal de TV, Animal Planet…nada mas. Así es que nadie me preparó para la aventura que estaría por vivir aquel jueves 26 de Julio: mi encuentro con el tiburón ballena.

El día no era muy propicio para hacernos a la mar. Estaba un poco nublado y el capitán nos dijo que seguro llovería en el trayecto. Yo soy una persona muy comodina, odio que se me moje la ropa, odio que se me enchine el pelo y odio no tener un buen baño a mi entera disposición, en realidad, debo confesar, la aventura la contraté por mis hijos y no por mí.

Pero por supuesto, cuando empiezas a ver la vastedad del mar, las maravillosas tonalidades de azul que se van formando en el horizonte y las aves volando junto a ti, las incomodidades pronto se olvidan y todo tu ser se sumerge en esa tranquila e imponente belleza.

Llovió, en efecto, pero el agua caía dulce sobre mi cara, mojando mi ropa de manera suave y amigable, el mar se tornó de un azul turquesa a un gris plomizo que casi me hizo sentir miedo de estar ahí, en medio del océano en una embarcación bastante pequeña. Indefensa. Pero justo cuando empecé a sentir que era hora de regresar a tierra, unas enormes y tranquilas bestias nadaron junto a nosotros. Eran los tiburones ballena. Nunca creí lanzarme a esas aguas un tanto revueltas, pero ¡lo hice! Me aventé al mar, con muy poca gracia por cierto, y me encontré de frente, literalmente, con el inmenso pez. ¿Cómo describir la sensación de verlo tan cerca? Uno de mis hijos quedó paralizado ante la vista también. Lo acompañamos en su nado unos momentos hasta que se sumergió. Nunca había estado junto a un animal tan grande. No sentí miedo. Puedo decir que sentí paz, emoción y una sensación de pequeñez impresionante. Todo esto me brindó grandes lecciones.

En una ocasión, una ecologista me dijo que el hombre es la única especie que está de mas en este planeta y la información realmente me dejó pasmada. En verdad, si el ser humano desaparece de la faz de la Tierra, ninguna cadena alimenticia se alteraría. ¿Por qué ser tan soberbios entonces? El estar nadando junto a tan impresionante bestia me enseñó que en verdad soy pequeña, que no soy ni superior ni inferior a ninguna otra especie animal. Que soy igual que ellas y que cohabito en este planeta, al mismo nivel…con los mismos derechos. NADA ME HACE SUPERIOR a ninguno de los animales que vi en este maravilloso día.

Nada me hace superior ni siquiera a mi perro al que domino con alzar la voz.

Después de esta experiencia, el mar se calmó, cesó la lluvia y el sol salió pintando de nuevo de mil azules el mar . Y bajo este sol buceamos en el arrecife. Honestamente pensé que iba a encontrar más peces. Sólo vi unos pocos, negros con pintas azules, amarillos con rayas negras, otros color arena…otros grandes y brillantes que nadaron junto a mí por un rato. Suficientes para hacer de mi trayecto algo mágico.

Y ahí estaba yo, tragando agua de mar de vez en cuando porque no se usar un snorkel, ¡pero ahí estaba!, compartiendo, como invitada en un medio que no es el mío. ¡Eso es! me sentí como invitada a ese increíble reino marino, infinito, lleno de vida.

En efecto, nada me preparó para esta experiencia y ahora me da gusto que no haya sido así, porque mi familia y yo pasamos de sorpresa en sorpresa, experimentando desde el miedo, la incertidumbre de si podríamos ver al pez con tal mal clima, la frustración al no encontrarlo pronto y la bella sorpresa al ver sus manchitas blancas surcando el mar.

Debimos haber dado un espectáculo un poco ridículo, cinco chilangos en medio del mar, tratando de ponernos un visor que no se podía ajustar del todo, tratando de caminar con aletas y tragando agua de mar con el snorkel, pero para nosotros, este paseo fue diferente, didáctico en muchos sentidos. Didáctico para la mente, pero lo más importante: para el espíritu.

Ahora que recapitulo sobre ese maravilloso día me doy cuenta de que este planeta es todavía un lugar maravilloso para vivir, en donde todavía los momentos se tiñen de azul mar, verde selva y rosa flamingo.

Gracias Andy por tu eterna paciencia y buen humor, y gracias A todos ustedes por consentirnos: por darnos una coca cola helada cuando creímos que el estómago se nos voltearía al revés, un ceviche cuando el hambre se hizo presente, una fruta cuando sentíamos que el agua de sal era el único sabor que se nos quedaría a lo largo del día. Gracias por haber contribuido a que ese día fuera especial, con lindas vivencias que recordaremos por mucho, mucho tiempo.

Gracias Max por nuestra excursión a Sian Ka´an y a Muyil, y por habernos llevado a ese mágico cenote en donde viven los perros salchicha mas malhumorados sobre la faz de la tierra. Ese día fue realmente especial también.

Mil gracias de parte de Adriana, Mario, Mauricio, Juan José y Gonzalo, cinco chilangos satisfechos por haber tenido dos paseos fuera de lo común.


Cortesia de Adriana Hammeken.

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